Tuesday, July 05, 2011

Andar a tientas

(presentación que hice del libro y su autora en Valencia)


Tiento de Rocío Cerón, propone el cierre –o quizás abre un nuevo comienzo– de una trilogía que, en apariencia, se fue dando sola; que se formó libro a libro sin la clara conciencia de que en esa triada, surcada por afluentes u otras publicaciones suyas, se generaba el espejo o el deseo de la obra total mallarmeana. En mi opinión, junto con Basalto (2002) e Imperio (2009), Tiento (2011) satisface la tentación de la clausura en la medida que la ruta iniciada con los dos anteriores posee una coherencia soterrada. Esta se puede diagramar en, primero, la creación de un libro-cuerpo-sujeto a través de su metaforización en las capas tectónicas y los movimientos telúricos; el segundo, por la construcción en esa nueva geografía de un imperio, las relaciones de poder y de dominio que subyacen en su formación y deformación a través del terror y el miedo; y finalmente el texto que hoy nos convoca.

En uno de los poemas principales, dice: “una familia es tiento. Precisión de sangre. / Una familia es borde. / Derrumbe y asidero”. Al anterior diagrama de territorio ocupado, ahora se le opone la desterritorialización: la dinámica del viaje familiar y de la migración, una vez que se asume la conciencia de un espacio y de un tiempo arduos y áridos. Se nos habla por tanto de un arraigo como de un desarraigo, y la “geografía emocional” que ello incluye. Las partituras de Enrique Chapela nominan esta gramática del nudo, como quien dijera la gramática de las emociones encontradas, en fuga, unidas en el sonido –de un dramatismo tenso y urgente–, el dolor y el viaje. La imagen desmembrada de los segmentos lingüísticos que componen los tres capítulos se hace también metáfora. Esto se consigue por medio del diálogo con las fotografías de Valentina Siniego, en donde lo velado y la ilación del encaje propician una dialogía de texturas donde la aparente tranquilidad de los sujetos y visiones, se conjuga con el sismo y nerviosismo de la música y el mosaico envolvente de los textos.

Tiento implica acercamiento, intento, y en todo ello hay una acción que revela la importancia de un movimiento y una dirección. Si bien es cierto la separación del sujeto biográfico y el sujeto poético es necesaria a la hora del análisis, me permito relacionar los continuos viajes de su autora al interior de América Latina, Estados Unidos y Europa, como ejemplo real de lo que en la ficción –o no- del texto queda expuesto por la odisea de unas mujeres desde una región aledaña a Belgrado, hacia nuevas tierras, nuevos lenguajes. Tiento nos habla de que los lugares se hacen y se deshacen precisamente en su búsqueda, y cobran sentido en la medida que hay viaje, y más aún, si este viaje es doloroso e incierto. Rocío Cerón nos hace partícipes primero de la génesis del libro como del sujeto poético, luego de la conciencia del poder y la conquista, para finalmente asumir la soledad y las huellas del éxodo, hacia pasajes internos como externos, en donde quizás podamos hallar nuestros propios anhelos de permanencia y trascendencia.