Encuentro SUDHace una semana que partí a París hacia el encuentro Sud / Sur (siete poetas chilenos reunidos allí). Regresé el domingo en la noche, con el bolso lleno de libros, fotos y anécdotas. Me he demorado en digerir todo, pero la verdad es que fue alucinante; lo pasé realmente bien. Los encuentros de este tipo le hacen honor a su nombre: con muchos de los poetas allí reunidos no nos veíamos en… ¡10 años! Y están igual. Sólo yo he envejecido. Leímos nuestros textos en
la Embajada de Chile en París,
la Universidad La Sorbonne y el Centro Cultural
La Bellevilloise. Todo lo organizó
Plagio (Ay, Carmen, te idolatro locamente) y contó con el auspicio de DIRAC, el apoyo de
la Embajada de Chile en Francia y los patrocinios de
la Comisión Bicentenario de Chile y del sitio web
Franco Chilenos.Días de picnic a las orillas de los canales o los parques, paseos interminables, mapas desplegados como si se tratara de una flor que se abriera sólo ante nuestra curiosidad: todo eso fue el escenario de estas lecturas donde Pedro Araya (ya parisino como de toda la vida) nos hablaba de el “animal de sal, animal que siega y mama lo que ajena”; donde Alejandra del Río, que vino de Berlín, supo señalarnos la “línea de fuego en medio de la noche”. Hablo del mismo sitio de Claudio Gaete, compañero de taller valdiviano años atrás, que ha sabido decir “como los griegos olivos y vides y trigo /cañerías, eso es la numismática”. Hablo del sitio donde ya ha hecho casa hace años Martín Bakero, cuyos poema “PUEDE / PULE / PESA /PEGA /PIENSA”, entre otros efectos visuales y sonoros imposibles de reproducir aquí. Es el París momentáneo de Antonia Torres que en su poema Trödelmarkt nos dice: “la lengua obstinada se zafa / el arnés incomoda la marcha / lo dejas caer en un tarro y suena”; el París de Carmen García, viajera incansable, que nos advirtió de esos “pájaros que se ahogan en un rincón de la casa”. Me refiero a esa capital flotante, ciudad escasa de quien escribe esto mientras “el espacio clava, púas transparentes de ortigas”, el París con gusto a poco y con ganas de más y más.
Conocí a gente interesantísima, reafirmamos viejas amistades, iniciamos otras nuevas: discusión poética, debate, jolgorio, confesiones. Lo demás se deja ver tímidamente en fotografías digitales tomadas casi al boleo, como si estuvieran dando cuenta de lo corto del viaje: las ganas feroces de poder retratarlo todo desde dentro y desde fuera. Pero eso ya lo haremos (definitivamente prefiero Valencia y extrañé mucho a mi compañero). Iremos con Manolito cuando podamos, que ya tiene los dientes largos por repetir el viaje conmigo, mientras se le llenan los ojitos de luz, como los mismos días brillantes de la capital francesa.
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Pd. la primera foto, leyendo en el centro cultural. La segunda, de las reinas de la noche y de la poesía (de izquierda a derecha) Antonia Torres, Alejandra del Río y Carmen García (...las extraño, esnif); y la tercera, de cuando posé frente a Notre Dame. Pincha en el título de arriba y verás otros datos.