Tuesday, January 10, 2006


Dylan Thomas ha sido operado. Desde hace 3 días reposa, aletargado, en su cama, debajo de la silla de la cocina. Nos mira con odio, y tiene razón, porque lo hemos mutilado. No podíamos echar rienda atrás si en realidad lo queríamos con nosotros. So pena de que los vecinos nos denunciaran por maullidos enamorados, desesperados, y agudos, tuvimos que actuar con sangre fría. Creo que nos dolió más a nosotros. Me llevó a pensar todo esto en que no muy diferentes a Dylan, animalizados, domesticados, sin posibilidad de defensa, aceptamos que nos mutilen simbólicamente para mantener el orden, el discurso triunfalista de la normalidad, y vemos cómo nuestros cuerpos y nuestras subjetividades son diseccionadas por el bisturí del Estado, ideologías poderosas que actúan con nuestra total complicidad. Fetichización extrema del sado-masoquista que consiente -¿inconscientemente?- en ser mutilado, transformado en eunuco o eunuca, desidentificado en la cosificación que lo convierte en mercancía, para así cumplir con el ritual: hablo del imaginario de la humanización dirigida por los dueños del zoológico y por quienes cobran la entrada. El capitalismo como la lógica del carnicero.

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