Saturday, December 31, 2005

LA DESAPARICIÓN

La desaparición, la sal enhebrándose ¿perlas?, ¿son ojos, también? Dedos de niño
muerto, vivo, enhebrando lirios de mar: son fantasmas, son gérmenes
equilibrándose en una aguja hipodérmica rota. Todo enhebrándose
para ti, que desapareces. Ciudades de metal, pasos de ácido sulfúrico, hombres
y mujeres sentados a la espera de la purgación, a la espera de la menstruación
de la luna sobre los que miran, los que se quedan esperando ¿Acaso rezabas
golpeándote los labios con un catéter moral? Enfermos, a punto
de ser palabra: palabras doradas como la orina de un ángel, glóbulos rojos
transformados en amapolas, el opio de medicinas, la anestesia que duerme
el labio, el estómago: órganos celestes capaces de redactar, no esperen nada
de los que se pierden en un laberinto, pasillos y enfermeras. Ah, el milagro:
torcer los ojos hacia adentro, y no hallar adentro. Y no hallar afuera.

*
Toda tu libertad está en el daño: en hundir una pestaña en la vereda y crujir,
y reír, y morir, y disecarse como insecto en el laboratorio entomológico,
y comerse las alas, comerse los ojos de mosaico, defecar, echar luces y puertas
abiertas de ataúd. Resucitar al tercer, al séptimo –no hay días. Y sobre todo, escribir
–Ah, enfermos– llevarse la voluntad de estar ciertos, falsos. Y tomar acariciando
una margarita en la boca, una amapola enterrarse en medio del costado,
San Sebastián de harina –de orina, de barro. San Sebastián de ceniza y de semen: figúrate
cuánto tengo que amar –para desaparecer despacio. Yo desaparezco. Tú desapareces.
Y lo que queda de esto es la devoción. O creer en moscas. O creer en ángeles.
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Un acto peligroso: recoger lo que queda. Runas, pedazos de hombre ¿olvidados
en el filo de la calle? Muletas. Dentaduras. Lo que el capital, como una ola, olvida en la orilla:
lo óseo y lo calcificado. Lo salino de la verdad. Lo perpetuo del dolor: una gota de sangre
es un ojo que mira. Cicatriz y no huella. La supuración, el estallido de un ángel viejo.
Estalla, ave mía: vuélvete dentadura y vuélvete aserrín. Sé la estrella de noche,
que comienzo a hablar. A sudar como un niño reencarnado en fruto.
Padre, devórale. Padre, recíbele en tu mesa. Yo tiemblo. Él tiembla también. Flotan pastos al aire, danzando. Es mentira. Y ésta es la verdad. Éste es el hijo llamado escritura:
la libertad, esa herida, no se ha visto antes. Trazo de barro. Trazo de sal. Brujería de enfermo:
los que morirán te saludan. Poemas de viento –inmaculado– forma,
perdón dibujado en la arena, el barro. No te olvides del pez. No te olvides de la alondra.
No te olvides, allí, del niño enfermo. Huesos, estructura del Arte, la piel
a punto de fermentar. Fetos. Y frascos. Y cráneos de niñas muertas
enterradas con vestidos. Todo esto eres tú: lo que me falta y consume.

*
El dolor podrá. Desde su amonite –el sol– regresará sobre los dormidos
y les untará los labios –¿con qué?– con excrementos, rosas de sangre: la calle de tu ciudad
volverá a registrar su propia desaparición: el comercio será comercio
de pieles –y tú– regresarás a ser pájaro, y a ser letra, y a ser cifra:
desabrigado como estás, murmurando un sonido que la vida no entiende,
que la muerte no entiende. Pero el dolor, sí.


Pedro Montelegre (c) Inéditos.

Wednesday, December 28, 2005



ENTENDER

No sabía muy bien que iba a arder. Qué modulación revoloteaba sobre mí, y si mi habla era otra cosa que golpeteo de teclas, revoloteo de pájaros, crujir de maderas a lo lejos, a lo lejos, y si la humareda llegaría a picarme los ojos, si la incertidumbre de la llamarada era llamada, y errónea.

Yo no sabía qué era esto, y por eso abrí el ojo como quien abre un higo, y abrí la puerta como quien hace pan, y no supe decir, y no supe hablar, y no supe qué era lo que subía por el aire, un rumor de ríos que dice “río y lloro, y te entrego una corona, pero no me des la tuya”, más que ríos, más que ríos, y nombres sin lógica, y el simulacro de la vida siendo más que maquillaje, más que pantomima o comerse los relojes hasta el mismo segundero, y entender mal el rumor, la polifonía del viento, el error de la mirada que ve el alma y no la almáciga, el corte del injerto y no la flor, no la flor.

Yo supuse que era otro en el devenir de lo cierto. Y tú que miras y no te ven, ni te adivinan, di qué cielo se cayó de pronto cuando no había cielo más creíble que el vidrio, la intención deliciosa que escala la ladera, el reptil de la interrogación. Si lo creíste y lo amaste, ¿A qué doblar ahora una cuchara con telequinesia, caminar sobre el filo del eterno retorno, cuando el reflejo engaña con la lucidez, lo sensato, y la verdadera transparencia es la que irradia la mirada?

Es cierto y no es cierto. No es binario el entender. Hay cosas que se escapan, que maravillosamente rompen, cosas sin cuerpo, sin palabra, que penetran por los sueños y por las camas como hijos deletreados en el deseo y el escarnio. Hay cosas que fisuran, que no necesitan compás, ni sextante, ni monóculo: saben que son solamente porque fluyen, y provocan llamaradas pero nunca luz, provocan significado sin ser significantes, sin haberlos, sin vicario ni siquiera intérprete. Lógicas sin medida posible. No hay números ni materias. Y hacen dudar, reír, callar con el punto aparte, ser Fénix o perro a punto de morir.

Es cierto y no es cierto. Hay hombres que eligen el estigma de la lucidez, el barro de la cultura heredada como lunar que será quitado con bisturí. Hay palabras que un hombre o una mujer no debieran pronunciar jamás, como decir Uno, como decir aquí empiezo, o como decir termino. Las laderas rocosas no tienen lógica de inicio ni cuando se topan con la resaca. Yo supuse nombrar pero no quise entender, y ¿qué se entiende sino el aire haciendo ruido entre las manos? Se puede decir NO, dar vuelta la página como si fuera una clepsidra. Pero no hay No, no hay Sí. La belleza es una lógica sin lógica, un ruido. Es solo un agujero. No es binario entender.

Monday, December 26, 2005

Fin de Testamento

Desde el vitral humedecido de las hojas respiras -vas cayendo sobre mí en la policromía del despojo -un dolor que nos hace mejor y más bellos -los insectos que se aparean más allá de los peregrinos -tu tatuaje esperando -Manuel -tu morada -Manuel tantas veces hollado -escupido -Manuel que perdonas los azotes con luz -los muchachos de tu ciudad hacen bien en lucir los pantalones lavados con la corona de un hombre -los muchachos de tu ciudad no recitan los versos de Vicente Alexaindre porque los caballos son naipes y el casco otra luna que protege sus frentes -los muchachos de tu ciudad se aglomeran en los cines para ver una bacteria que se traga a un polluelo y después en las discotecas y después en los edificios y después aún dormidos sobre las mesas de sus madres ven nacer una luciérnaga que desecha su nombre -no redimas a los muchachos que no apagan la luz sobre las frazadas terrestres -no redimas a los chiquillos que se metan en los automóviles para encontrar su vocal -no perdones a los jovenzuelos que se pierdan en las sinagogas -en las mezquitas -en las catedrales -para raspar los candelabros con una lata de cerveza -porque está escrito que de ellos será el repudio de la Gerusía -los dueños del espectáculo -los prestidigitadores públicos -los concejales que mastican su pepita de oro -la peluca de marta de la anciana pudiente -los muchachos de plástico que extienden una antena y capturan una imagen para poder soñar -te miro desde el vitral humedecido de las hojas -un perdón que me nace más allá de los pájaros -el día que desnuda su primera sonrisa después de estos meses de aserrín y de cieno -así puedo enternecer y sacarme las crisálidas más allá de estos párpados -así puedo pronunciarte a través de la música golpeando con mi pluma la lentitud de las nubes -ve su boca entreabierta -la adivinanza de los escolares que colgarán sus abrigos porque en ellos ya empieza a brotar el vapor -los escolares de aquí no recitan a Alexaindre -son igualmente hermosos mientras mi padre respira -los escolares de aquí llevan pan en sus bolsos y después de las lluvias no le temen al barro -se perderán en los aserraderos para escribirle acrósticos a las niñas que puedan trepar a los árboles -yo te digo Manuel que cuando aún no existías no importaba que las nubes asemejaran a letras -yo podía inventar un alfabeto de grises y mi clave secreta se llamaba volar -yo hoy día te nombro con mi clave de vientos y te miro desde el vitral humedecido de las hojas -el amor descompuesto en un espectro definitivo -el amor recomponiendo lo que la hoguera se coma -yo soy el guardabosques que colecciona las ramas desprendidas de los alerces -son los niños alerces -mi ciudad son alerces -yo me quedo despierto entre telarañas de plata porque sé que colgaré de la telaraña del día -yo soy el guardabosques que escribe sus palabras en un diario del fieltro -yo soy el que espanta los roedores de la alacena -yo entro como rata a atracar tu recuerdo y te dejo un haikú y un puñado de moscas -mis amigos que viajan de una muerte hacia otra me preguntan por ti como si fueran tijeras -y yo no puedo afirmarme -el dolor es vacío -un limón que me cosen al ojo derecho -no podría sangrar mientras tu letra me salve -yo podría sangrar en el poema de mis amigos -ellos sólo prefieren desnudar las vocales -los tetradracmas del frío -los epigramas del miedo -sumirse en los mitos que me sumen y sumo -yo busco ese logos -una especie de origen que pretenda explicarnos -una gota de tinta -una miniatura dorada -un versículo inocuo en la Biblia de mis amigos -la bondad de mis amigos que me encienden la luz -la maldad de mis amigos que envejecen con azufre -el vitral que te inmola -yo me quedo enredado en los poemas que leo y me siento culpable por incluirlos en mi poema -yo me quedo enredado con poemas invisibles y en mi poema aparecen porque así lo reclaman -yo me quedo enredado en el poema de tu nombre -Manuel -de tu casa -Manuel -de tu pecho -te sube como un barco y yo no puedo escribir mientras las leche se queme -no puedo escribir si me encuentro sangrando -no puedo escribir sin matar a un insecto -tu poder me sobrecoge y las gotas no sirven para ocultar este verbo -Manuel -este bosque -Manuel -su espesura.



Pedro Montealegre (c) Del Inédito El Guardabosques 2000 (Feliz Cumpleaños, Manuel -22 de diciembre)

Friday, December 23, 2005


Tiago tiene un barco hecho de cerros maduros, y el valle es un útero que lo contiene y define. Elqui recompone el hueso de los poetas y de los perdidos en el canto, la vocal de los solos como un salmo hecho de sol, de nubes hechas de sal, y de uvas que ven todo, y beben, sin ojos, con su curvatura el respiro, y la dirección es su ley, la ley del conflicto de quien decide salirse, bajarse del mundo como engranaje o gramática: el hueso de Tiago es útero, viento, dos manos, cicatrices de líneas pulidas, presentes como verbos, el frío, asomarse a la ventana y mirar: nadan los amantes y los amigos como niños liberados de la rabia, mientras el verde pregunta, el verano pregunta, y Tiago responde en la pantalla, en el vidrio, con las palabras del secreto, el secreto a voces, el secreto de todos, porque Tiago es un padre con una voz de barcos, aunque viva entre la tierra, y escriba en la tierra con una rama quebradiza. Tiago es un velero, y con sus amigos y amigas amasa el pan, sabe que las estrellas contienen un nombre, una ruta correspondiente al paso cotidiano, y resuelve ecuaciones con sólo mirar, y resuelve silogismos con arar su historia, la de los cerros, la de la huerta, la piscina donde los planetas calculan su rumbo, la revelación de una rosa, o de aceitunas en un cuajo de harina y levadura. “Yo vivo entre unos cerros de Elqui con estrellas, con iglesias, con sueños, con bienvenidas y adioses”. Tiago de agua, mitad tierra e hipocampo.


pd: el autoretrato digital está hecho por Tiago, amigo de Manuel y mío, del blog "Aprendiz de Nada", (ver links)

Monday, December 19, 2005


Me muero de ganas de leerlo. Se llama El Decir y el Vértigo. Sé que estoy incluido porque pude hojear, a vuelo de pájaro, un ejemplar en Chile en casa de Javier Bello. Le he escrito a uno de los editores para que me envíe un ejemplar -no se me ha ocurrido proponerle el reembolso, si es que el impasse fuera ése- pero nada. No tengo ni uno solo. Sé que han tenido problemas con algún lote de la antología, según me han dicho. Espero que lo solucionen pronto, porque al final, quienes les he ofrecido su lectura en cuanto me llegara, creerán que se trata de una antología fantasma. Sé que no es así. Los fantasmas son otros. Por ejemplo, ahora mismo soy un fantasma. Lo que sé es que no puedo hablar de ella, al menos aquí en España, y con los intereses que he generado entre compañeros escritores, me da reparos hacerlo de forma superficial o irresponsable. He podido leer, sin embargo, la" antología sugerida", o su correlato: la "antología buscada", en un sentido simbólico. He rastreado algúnos nombres por internet -algunos los conocía, otros no- para enterarme de qué va la cosa. Rocío, tú si me lees, dime qué puedo hacer. Me llegó tu libro de prosas. He anotado algunas cositas sobre él en tu blog. Ya me dirás algo. Fin del mensaje. Continúo con otra cosa:

Ya han aparecido los ejemplares de la revista Lunas Rojas (Revista de Tendencia), hecha por el colectivo de la Unión de Escritores del País Valenciano, al cual pertenezco. Los editores son Enrique Falcón, Virgilio Tortosa y José Luis Ángeles. Gran trabajo de difusión -y de intromisión conflictiva- de estéticas apartadas, radicales, disidentes, heterodoxas (cómo decía de modo similar la antología editada por Isla Correyro) y políticamente comprometidas. Adjunto la dirección para poder acceder a éste y otros números (Hay poemas míos): http://personal.auna.com/danielbellon/#lunasrojas .

Ahora, sobre poetas españoles de conciencia crítica, se puede revisar también:
http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/numeros_anteriores/ Acceder a los números anteriores, y luego, a la revista del otoño del 2002. El apartado se llama No doblar las rodillas: Siete proyectos Críticos en la Poesía Española Reciente -introducción y selección de Enrique Falcón.

Friday, December 16, 2005


He aquí. La nueva Biblioteca. Con detenimiento, uno puede ver que hay un hueco, un módulo fantasma que ha desaparecido o no ha sido puesto, y su lugar lo ocupa una pequeña escalera blanca. Espero que ese vacío no sea metáfora de algo. Originalmente, lo dejamos para poner otra estantería, pero no nos alcazó el dinero y lo dejamos para el próximo mes. Arriba, una consola de videojuegos a estas alturas fosilizada de los primeros ochentas. Se trata de una Videopac Computer, modelo G7000, Marca Phillips. Nunca lo he visto en funcionamiento. Manuel le tiene, y lo entiendo, un cariño especial. La tenemos por mientras ahí, y a veces imagino los dedos de Manuel adolescente apretando los botones para activar su juego favorito. Aún nos quedan libros por poner. Sé que también tenemos muchos que los llevaremos a la biblioteca municipal de Manises porque les hará mayor falta a ellos que a nosotros. Los libros cuyos lomos se pueden leer a simple vista son los poemas de Sexto Propercio, la Poesía Completa de C. P. Cavafis, y ya no puedo leer más. ¿Necesitaré anteojos? Falta poner más libros de teoría y política, que están en otras cajas aún sin vaciar. Tenemos que colgar cuadros, y "pulir" nuestro hogar como si fuera un poema. Ah, en el centro de la Biblio, la foto de Manuel y yo, iguales a la carátula de un disco de los 70, mirando de reojo al mudo, y detrás de nosotros, el Mediterráneo. Otras cosas: una foto de Sara y Noelia cuando eran más pequeñas, una foto de Dylan Thomas bebé. El calendario del restaurante chino más cercano, ése que nos salva cuando nos declaramos en huelga en la cocina. Un escuálido fajo de papeles dina a4. Imperceptiblemente, casi imaginado, un cinturón gris en el último peldaño de la pequeña escalera. ¿Qué hace un cinturón gris en el último peldaño? ¿Imagen de qué? Hay más cosas inexplicables: unos cuernos de diablo, una caja de fibra vegetal con una agenda dentro. Hay un reloj. Quien toma la foto no se ve, pero está.

Wednesday, December 14, 2005



Tengo frío. Los días en Manises son cuadrados como los edificios de departamentos (las fincas como les llaman aquí); anguloso, aritmético, el frío es cuadrado como el televisor, como el aparato para hacer hielo de los refrigeradores. Dylan Thomas sigue en celo y es completamente cuadrado. Manuel es seno y coseno y sólo yo soy cuadrado con mi jersey de lana cruda comprada en Puerto Montt. Hay una razón políedrica en el frío, una extraña ecuación que no se resuelve con las estrellas de escarcha, perfectamente navideñas, que no he visto todavía contra los vidrios. En esta constante de congelación han sucedido cosas: me han dado la residencia comunitaria por 5 años, y como estoy casado, puedo optar, en uno más, a la doble-nacionalidad. Puedo trabajar tranquilamente y sin fantasmas. Estuve en un recital de poesía al que me invitaron a leer. Me llevó mi amigo el poeta Enrique Falcón, y en el lugar habían poetas de todos los tamaños e intensidades -y con el frío algunos eran triangulares, otros redondos, otros con barbas que tenían estrellas de seis puntas, otros colgaban un minúsculo trapecio de la nariz. Lo pasé bien, junto con otros compañeros de la Unión de Escritores -Carlos Durá, Jorge Martínez, José Luis Ángeles; faltó Antonio Méndez, Julia Lópes de Briñas. Tengo ganas de leer un montón de teoría y no sé por dónde empezar. A veces empeizo a leer a Adorno -del cual ya había terminado un libro- pero me seduce la idea de otro que había revisado, y luiego uno de más allá, para aplicarlo a un artículo urgente: imagino que leo de modo rizomático, y que o me entero de todo, o no me entero de nada. Algo se me quedará. Quizás lo que me molesta es la velocidad. Con velocidad de telaraña.

Wednesday, December 07, 2005



Este dibujo lo hizo Sara, mi sobrina -hija de Gregorio, el hermano de Manuel- con sus magníficos 9 años. Yo creo que será pintora, como su madre María José, porque le encanta dibujar, colorear; me pide, a veces, que le esboce hadas madrinas, princesas, y heroinas sólo para después imitar los trazos, calcarlos, y recrear todo de nuevo pero a su pinta. Algunas veces Sara dice que quiere ser veterinaria, otras dice que quiere ser jueza. Sea lo que sea, su dibujo, su particular regalo de bodas, nos emocionó y ahora es el actual fondo de escritorio de nuestro XP.

Libros que tengo ahora mismo sobre la mesa: Nuevas Masculinidades (selección de artículos sobre uno de los temas que me interesan, hecho por Marta Segarra y Àngels Carabí); una magnífica "chuleta" como dicen aquí, o "torpedo" como se dice en Chile: Diccionario de Teoría Crítica y Estudios Culturales (preparado por Michael Payne, y sus numerosos colaboradores); finalmente, un, a estas alturas, clásico: Cuerpos que Importan, de Judith Butler, dice como lema: "sobre los límites materiales y discursivos del sexo"... Hum. Cosas de la foto que producen preguntas. Hay un ratón, un metro para medir, una caja de discos grabables, y una revista de bricolaje para la biblioteca que pensamos hacer en este mismo cuarto. El metro era para medir el espacio que tenemos detrás. Todo este material, y mucho más, reviso para adelantar trabajo de mi tesis, que es un apelícula de horror que nunca termina. Como la de Amenábar.

Hoy hemos ido a hacer trámites a la Subdelegación de Gobierno. Espero que me den residencia europea o, en el mejor de los casos, la nacionalidad, para así, en el futuro, si todo va bien, y me pincha la buena estrella, opositar (toco madera 3 veces) como funcionario en alguna universidad. Todo a su debido tiempo. Me piden miles de trámites. El viernes otros más. Ah, el sábado estoy invitado a leer con un grupo de poetas amigos entre los que estarán Enrique Falcón (a quien estoy vinculando teóricamente con otro amigo, Javier Bello, en un artículo que pronto saldrá a la luz). Sacaré fotos. No del artículo, sino del "show".

Tuesday, December 06, 2005

Lo pinté ya hace unas semanas. Como verán, soy un amateur que se pelea con los colores, las formas y sus propias influencias inconfesas. Una amiga pintora se ha ofrecido a aclararme cualquier duda que tenga sobre técnica y conposición. Creo que puedo hacer más cosas, experiementar, fisurar un poco el asunto de las letras y a ver qué colores se escapan. En todo caso, desde pequeño tengo esa "pulsión" por raspar. Por colorear con los dedos como quien hace una herida. No sé si hay placer en ello o hay revancha. Quizás las dos cosas cuando difumino del mismo modo que alguien borra con rojo en vez de blanco. Hay poemas que no me atrevería a poner aquí pues están pasando por otros procesos y proyectos. Sin embargo, aqullos que sé que nunca publicaré en papel me atrevo a ponerlos aquí. Uno que me recuerda mucho a este cuadro:



(un fragmento)

El departamento tiene
antenas de histeria; histeria curada: acupuntura es
verdad. Sobre la finca, un zahorí:
se ha dormido un erizo. Se puede patinar sobre una aguja. Se asoma
–¿miento yo?–
una mujer. Hola tú: dedos de cloro, mirada blanca. Cuelga una
camiseta. Tú ves
cómo redunda: la miramos, Manuel. Y del puro placer, el dardo
huye hacia adentro.
Lo que se lleva de nosotros, el bloqueo y el blanco. Una escena:
asciende. Suena ya
el Himno de Riego en tu teléfono politono. También: arriba, parias
de la tierra.
No llama Dios –mintió Cardenal. No dice hola, es hora de
levantarse; era broma:
no había poema. Nombra al Hielo, si quieres: Obra, Obra: tú
también me conoces.


(c) Pedro Montealegre

Ayer Manuel me tomó esta foto promocional. Esto último es mentira, porque la sacó a petición mía para subir mi escuálido ego porque me encontraba algo triste. Ante los resultados, me dijo, mira, podrías publicarla en tu nuevo juguete. Minutos antes, había agarrado la cámara minúscula pero curiosa y, como los profesionales del rubro de los simulacros, empezó “ponte así, ponte asá, gira, sube, baja, esconde la guata, no respires”. Yo, obediente y sumiso, esta vez. Tiene muy buenas ideas, y con nuestro pigmeo ojo digital pudo sacar lo más aguileño de mi perfil, mirando hacia el sol imaginario de la lámpara. Hoy es martes. Hace 4 días que nos casamos según las leyes del estado español, cosa que viene a reafirmar lo que desde hace 5 años ya teníamos –más o menos– claro: que queríamos iniciar un proyecto juntos de convivencia basada en el amor, el respeto y la entera complicidad.

No dejamos de tener nuestras reservas ante en hecho de este bautizo social o estatal, que, por otra parte, innegablemente amplía un derecho, que como tal, ya es cuestionable tanto para heterosexuales como para homosexuales (bisex, o trans): me refiero al hecho de estar “fichados” o “marcados” culturalmente, identificados ante un aparato ideológico estatal que, al mismo tiempo, te da un analgésico político pero te quita por otro; que te normaliza ante los ojos del “desarrollo” occidental y te clava el cuchillo por la espalda, o se lo clava a otros sólo para que tú, narcotizado, estés feliz tus cinco minutos de gloria. Y eso que la idea que nos mueve a Manuel y a mí es precisamente cuestionar identidades. Esta labor se nos hacía muy difícil teniendo dos pasaportes diferentes. Pues sea como sea, nos casamos. Igual nos pusimos contentos. ¿Qué nos estará indicando ese dedo en la foto que salimos juntos?

Monday, December 05, 2005


No podría iniciar este blog sin antes manifestar las serias reticencias que tenía sobre el formato, esta especie de exhibicionismo -obligado, buscado, necesario- que se transforma en una espesa red de no sé qué alcances. O quizás sí puedo decir cuáles, o podría sospecharlo. Pero por otra parte, la escritura es igual. Siempre alcanza algo más allá, el gran Otro, el "súper otro" que algun día se leerá en uno mismo o nos leeremos en él como en un gran libro de cual, hasta ahora, no sabemos que somos frases, versos, o puntos seguidos. Escribir no es otra cosa que tener conciencia de la tinta de la que uno mismo está hecho.

El gato de la foto es Dylan Thomas, y es nuestra mascota. Intentaba entrar por la ventana y lo sorprendí y, como se ve, el también se soprendió. Iré publicando cosas que se me vayan ocurriendo, poemas, notas de prensa, críticas que me interesan. esperemos que esto vaya tomando espesor. Dylan Thomas es el gato más caliente del barrio. Deja su marca sólo para que yo me enfurezca, sobre todo estos días, que sale a maullar a la terraza, lastimoso y sensual al mismo tiempo, como si cada gata que le dice que NO lo clavase en una cruz desconocida. Vigila los agujeros del desagüe en la terraza con la esperanza de que alguna se asome rendida ante su insitencia. Pero Dylan Thomas, mi gato, es cobarde. O un adolescente inexperto. No se atreve, hasta ahora, a saltar el cerco.